Son muchos los refranes que hacen
referencia a los mentirosos, pero hay dos que hoy vienen a pelo, “se coge antes
a un mentiroso que a un cojo” y “solos los niños y los borrachos dicen la
verdad”. Este último más bien debería decir que los borrachos y los niños no
saben mentir.
Por que mentir es mucho más
complicado que decir la verdad. La mentira debe estar sustentada en unos
argumentos sólidos, que resistan las preguntas y el tiempo. La mentira precisa
de un mentiroso con la suficiente capacidad mental como para salir airoso de los interrogatorios y las
argumentaciones de otros.
Y sobre todo, no encontrarse en
la situación de tener que debatir con personas que tienen más inteligencia y
más argumentos.
Por eso, ni los niños ni los
borrachos saben mentir.
En los adultos, aplíquese el
primer dicho, “antes se coge a un mentiroso que a un cojo”. Nunca hay garantía
de no encontrarse con alguien que tenga más inteligencia y más argumentos.
Al gobierno de mi pueblo, y a sus
voceros, aplíquesele.
Llevan unas semanas intentado
justificar por qué hoy están haciendo lo contrario de lo que defendían con uñas
y dientes hace un año.
Su mentira, la gran mentira de
sus palabras de entonces se desmorona con los hechos de hoy.
Una mentira que no ha soportado
el paso del tiempo y que requiere el esfuerzo mental de justificarla. Un
esfuerzo vano.
Vano porque no es posible engañar
a todo un pueblo dos veces seguidas. Una vale, dos no creo.
Vano por los personajes
encargados de vender una nueva mentira, los mismos que ayer voceaban por el
interés general y hoy, a las claras, defienden sus intereses personales.
Vano porque ni siquiera los
argumentos llegan a ser sólidos. Vender hoy como blanco lo que ayer era negro a
todo un pueblo se me antoja tarea imposible.
Argumentos sin solidez en boca de
personajes sin credibilidad. Descrédito que les viene también por las formas.
La servil, cuya única utilidad es
la de poner firma al papel que le presentan los manejadores reales de los hilos
del poder.
El vocero, que ante argumentos
más fuertes defendidos por mentes más lúcidas solo sabe levantar la voz para
acallar la de los demás.
La sobrada, que mira a su pueblo
por encima del hombro, y con una sonrisa sarcástica grita sin decir palabra,
porque no se atreve, aquello de “que os jodan”.
Tu argumentación me ha recordado, de forma más general, al ínclito señor Rajoy, que dijo que haría esto y está haciendo lo contrario, eso cabe que pueda suceder, pero lo lógico sería que quien tiene un contrato firmado con sus votantes y tiene que incumplirlo, vuelva a consultar otra vez, o al menso dé tantas explicaciones como sean necesarias para intentar convencer, sin persuadir irracionalmente, a quienes les votaron.
ResponderEliminarUn saludo
Efectivamente Antonio. La entrada es respuesta a una situación real de mi pueblo. Cuando la terminé me di cuenta de que se podía, perfectamente, aplicar a España.
ResponderEliminarEn política hay que distinguir entre lo que prometes hacer y no haces porque no está en tu mano,que es justificable, y lo que no haces y sí esta en tu mano. Esto último no es justificable y por esto deberían rendir cuentas al pueblo que los eligió.
El problema es que casi siempre es tarde.