Me
contó la absurda idea de alguien que había propuesto poner lozas para
mantenerlo abierto.
En aquella ocasión me dijo algo que tomé como normal pero que ahora adquiere un significado distinto, me dijo que "para mantener abierto un camino solo era necesario que se caminara por él."
Me vino este detalle a la cabeza al escuchar hace ya algún tiempo al, para mi indeseable, primer ministro francés Manuel Valls.
Hijo de españoles al que los niños franceses llamaban "españolito de mierda"
En aquella ocasión me dijo algo que tomé como normal pero que ahora adquiere un significado distinto, me dijo que "para mantener abierto un camino solo era necesario que se caminara por él."
Me vino este detalle a la cabeza al escuchar hace ya algún tiempo al, para mi indeseable, primer ministro francés Manuel Valls.
Hijo de españoles al que los niños franceses llamaban "españolito de mierda"
Hijo de unos padres desahuciados de su casa en París y, que él mismo reconoció, que sus padres vivieron como un hecho atroz.
Un personaje que pasó de la misa diaria al Partido Socialista Francés.
Un personaje al que su hermana auguraba un buen futuro en la política porque es "autoritario y ambicioso".
Un
personaje ambicioso al que no le tiembla la voz al afirmar que la
solución de los problemas franceses es la desmantelación de los
asentamientos y la expulsión de los extranjeros.
Un
personaje que parece dormir bien cuando deporta a Kosovo a una niña de
quince años que iba de excusión con sus compañeros de clase.
Un
personaje al que se le ha olvidado que fue emigrante, pobre y
desahuciado.
Un personaje al que se le ha olvidado que es SOCIALISTA.
Un personaje al que se le ha olvidado que es SOCIALISTA.
Porque al igual que los caminos, para que la ideología se conserve hay que recorrerla a diario.
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