domingo, 24 de mayo de 2020

Cuando a sus señorias les provocamos sudores genitales


Esto de andar cada quince días asistiendo al espectáculo de los debates parlamentarios, para pedir prorrogas al estado de alarma, está dejando las miserias de muchos de nuestros políticos al descubierto y sobre todo, poder constatar que a sus señorías, mayormente, les provocamos sudores genitales.

Unos porque van a elecciones, otros porque irán, otros porque quieren ir y otros porque no quieren, al final lo de menos es el estado de alarma y la salud de los españolitos de a pie.

Esquerra Republicana negocia su voto afirmativo a cambio de la mesa de negociación por la autodeterminación de Cataluña. ¿Alguien en Cataluña está más preocupado de la autoderminación que del coronavirus? Rufian y compañía se ve que sí.

Compromis vota no porque no está de acuerdo en cómo se repartirá el fondo autonómico para paliar los efectos de la pandemia.

El PP, que va a remolque de Vox, cambia al no porque sí. Porque ya me explicaran qué sentido tiene votar no porqué hay otra ley que sirve, según ellos, para lo mismo y a ellos les gusta más.

Ciudadanos cuestión de días, Coalición Canaria por dinero, y así uno tras otro demostrando lo del sudor genital.

¿El mayor pecado del gobierno? Su debilidad. A la que en esta última ocasión se le ha sumado un miedo, tal vez infundado, de que la cosa no salía. En cuyo caso, la culpa sería solo suya por no saber negociar.

Miedo. No encuentro otro motivo para entender la metedura de pata del pacto con Bildu. No veo a Lastra después de tantas horas de negociación a sus espaldas cometiendo, como se dice en el argot tenístico, un error no forzado.

Y cuando hablo de error no lo hago por el hecho de pactar con Bildu. Tanto católico de banderita, crucifijo y rosario diario olvida aquello que le enseñaron en la catequesis. Lo del perdón de los pecados, confesión, arrepentimiento y propósito de enmienda. Lo que todos los españoles le pedíamos al independentismo violento vasco para perdonarlo. Y lo hicieron, y están en las instituciones con el mismo derecho que el resto. Otros, que no han confesado, no se arrepienten sino que se enorgullecen, no han penado sus pecados y tienen la intención de volver a pecar, andan por ahí dando lecciones. Lo ancho del embudo para ellos y lo estrecho para los demás.

Tampoco hablo de error por pactar la "derogación integra de la reforma laboral". Esto más bien me provoca risa. La base de la legislación laboral es el estatuto de los trabajadores. Una norma que contiene casi todo lo que afecta a las relaciones de los trabajadores y la empresa así como los derechos y deberes de ambos. Vacaciones, trabajo de menores, trabajo a turnos, contratos de trabajo, despidos e indemnizaciones, régimen disciplinario, derechos sindicales, negociación colectiva, jornada de trabajo y descanso, seguridad e higiene...Como mucho, se pactará la modificación de algunos de los artículos del estatuto de los trabajadores, que una vez aprobado llevará una disposición derogatoria de todas aquellas leyes que lo contravenga. Además de la propia incongruencia de la frase, o se reforma o se deroga. Más bien parece ganas de provocar ruido sobre algo que ya se sabía porque lleva anunciándose tiempo.

Claro, que en esto de la reforma del estatuto hay dos intereses contrapuestos. Los representantes de los trabajadores, que quieren una reforma amplia, y los de los empresarios que prefieren que no se toque.

Si partimos de la idea de que el estatuto de los trabajadores es una ley de mínimos, y que debería tener como objetivo servir de herramienta para evitar desequilibrios y abusos en las relaciones laborales, el mero hecho de que la representación social quiera cambiarla mucho, y los empresarios nada muestra a las claras quien ganó con la última reforma.

Y la tercera, pero no la última pata de esta mesa son los políticos. Los que están gobernando con la función de mediar entre los intereses de ambos y defender los de todos. Y si lo hacen bien, dejarlos a todos descontentos. El miedo por parte de unos y de otros es que el gobierno se decante hacia el lado del otro. Si lo hace a favor del capital la cosa no pasa del derecho al pataleo, incluida una huelga general que ya no asusta, por parte de los sindicatos y dos minutos en los telediarios. Si hay la percepción de que se puede decantar hacia las tesis de los trabajadores se pone en funcionamiento la maquinaria mediática, política y económica. Y esa si asusta más, cuesta elecciones. Y ahí entran los políticos de la oposición, que ven la oportunidad de desgastar al gobierno.

El verdadero error del pacto con Bildu ha sido éste. En medio del momento de mayor sudor genital de la derecha, la izquierda ha dado a entender, asumiendo las tesis de Bildu, que la reforma podría decantarse del lado de los trabajadores.

Los empresarios, indignados, se levantan de la mesan DONDE ESTAN NEGOCIANDO LA REFORMA sin mediar palabra ni pedir explicaciones. Ruido.

La derecha, indignada, vocifera TERRORISTAS. Ruido.

La prensa, cuando la pandemia ya da para poco, dedican sus horas de tertulia, ¡SÍ TERTULIO LEVANTARA LA CABEZA¡, a llamar a los afectados a ver si sacan un titular jugoso. Amplifiquemos el ruido.

Ruido útil para un par de días. Lo que tarden sus señorías en volver al congreso para fabricar otra historia, que en nada nos beneficia a los españoles, pero que llenarán de horas las televisiones y de sudor sus genitales.



   

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