jueves, 12 de agosto de 2010

De enero a enero, el dinero para el banquero

No sería mala idea que algún día se consiguiera hacer callar a tanto “experto” en economía como anda suelto por el mundo.
Que conste que yo tampoco lo soy y sería pretencioso hacer yo las mismas tonterías que hacen estos sesudos señores de traje y corbata. Yo, en cuestiones de economía, prefiero hacerle caso a los consejos de mi mujer.
Y aunque parezca que es broma, lo digo completamente en serio.
En los años 90, reputados catedráticos de economía, pagados por bancos y cajas tan serías como La Caixa o BBVA, auguraban la quiebra del servicio público de pensiones. Según estos sesudos señores, hoy tendría la Seguridad Social una deuda acumulada de más de 10% del PIB. Cada cinco años aproximadamente, y este año tocaba, salían estos expertos a vaticinar la quiebra que venía, y una tras otras fallaban en sus expertas predicciones.
Lo curioso del caso es que, a pesar de no dar ni una y seguramente cobrar mucho, los bancos, cajas y compañías de seguros les siguen pagando para que continúen prediciendo quiebras para el sistema público, lo que augura una mejora en los beneficios del sistema privado.
El resto de los mortales, los que no entendemos esa jerga que usan con el fin de que no nos enteremos de lo que dicen, nos quedamos con la preocupación de qué nos pasará cuando lleguemos a la vejez.
Entonces es cuando se cumple el refrán de “A río revuelto, ganancia de pescadores.”
Deben de pagar también, aunque no lo digan, expertos en conducta humana. El proceso mental es simple: el sistema privado pone en duda al sistema público, los ciudadanos creen al sistema privado, los ciudadanos no abandonan el sistema público pero se refugian en el sistema privado. Consecuencia, el sistema público se mantiene porque nadie quiere que quiebre y el ciudadano destina parte de su dinero a financiar los beneficios empresariales del sistema privado. No tenemos mas que recordar los pingues beneficios de estos últimos años del “mercado”.
La avaricia de algunos, o mejor dicho de muchos, ha hecho que el propio sistema privado se ponga en duda a sí mismo, arrastrando en su caída a todos los que confiaron en su día en que su dinero estaba más seguro en manos de especuladores que creando hospitales, carreteras, colegios, reservas para pensiones...
Como ratas abandonando un barco que se hunde, los especuladores han salido corriendo a recoger sus beneficios dejando que los agujeros del sistema lo tapen los estados, o sea, los sufridos ciudadanos con nuestros impuestos. Paradojas del mercado, el dinero que falta en el agujero es nuestro, y debemos poner más para taparlo.
Los sesudos y bien pagados expertos, promotores de esta crisis, reaparecen para dar la solución al problema que ellos mismos han creado, que con grandilocuentes palabras no viene mas que a decir:
Que se debe reactivar el consumo privado (que gastemos más).
Que se reduzcan los salarios de los trabajadores para incrementar la competitividad de las empresas (que ganemos menos).
Que el estado reduzca el déficit público (que invierta menos e ingrese más).
Que el estado mantenga el empleo (que invierta más en obra pública).
Que el estado no aumente la presión fiscal porque se reduciría el consumo (que ingrese menos).
Me reafirmo en la idea de que alguien debería decirles “¡PORQUE NO TE CALLAS!.

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