Cuando murió Franco, miles de españoles hacían cola a las puertas de la capilla ardiente para darle su "ultimo adiós". Todos muy franquistas. Dos años más tarde este país, y millones de paisanos, por arte de birla birloque se vuelen demócratas y aprueba la ley para la reforma política. Comienza la transición española.
Parece magia pero solo fue la respuesta a la liberación del miedo. Ya lo explicaba Jarcha en su canción Libertad sin ira.
Los actores de las dictaduras pasan los procesos de cortejo, enamoramiento, fecundación, gestación para al final llegar al nacimiento de la misma. Pero, al igual que los seres vivos, las dictaduras deben mantenerse para perpetuarse en el tiempo, deben alimentarse y su comida favorita es EL MIEDO.
Hitler, Franco, Mao, Lenin, Castro, Videla...da igual la "ideología" que digan profesar, les une la creencia de que sus ideas e intereses son los únicos legítimos y que deben imponerse. Pero imponer las ideas a todo un colectivo es complicado, o imposible, por la vía del convencimiento. Solo les queda vencer doblegando la voluntad de los demás. Y nada más eficaz que el miedo.
Cuando los stalinistas llamaban cerdos a los campesinos, y los nazis llamaban ratas a los judíos, estaban preparando la matanza de los primeros y el exterminio de los segundos. La ejecución de los adversarios y su denigración social van convirtiendo al colectivo en una masa dócil.
El uso del miedo se extiende hasta más allá del uso de la violencia. Con el paso del tiempo, la dictadura se va volviendo más blanda, pero igual de efectiva en el dominio del pueblo. De la censura impuesta se pasa a la auto censura. Si alguien levanta el brazo con la mano abierta o el puño cerrado todos los demás lo hacen. Si el líder aparece por la calle o los pasillos todos lo alaban imitando al servíl que lo hizo primero. No hacerlo podría acarrear la estigmatización social y la catalogación de disidente. La dictadura consigue con cuatro siervos bien adoctrinados y otros tantos paniaguados lo que toda una legión de policía no podría hacer.
Pero las dictaduras no son eternas, y acaban desapareciendo cuando la necesidad de libertad supera al miedo o porque, desde dentro, se origina un movimiento de sensatez que destrona al tirano.
Al final, el antídoto contra las dictaduras es la superación del miedo con MAS DEMOCRACIA.
Hitler, Franco, Mao, Lenin, Castro, Videla...da igual la "ideología" que digan profesar, les une la creencia de que sus ideas e intereses son los únicos legítimos y que deben imponerse. Pero imponer las ideas a todo un colectivo es complicado, o imposible, por la vía del convencimiento. Solo les queda vencer doblegando la voluntad de los demás. Y nada más eficaz que el miedo.
Cuando los stalinistas llamaban cerdos a los campesinos, y los nazis llamaban ratas a los judíos, estaban preparando la matanza de los primeros y el exterminio de los segundos. La ejecución de los adversarios y su denigración social van convirtiendo al colectivo en una masa dócil.
El uso del miedo se extiende hasta más allá del uso de la violencia. Con el paso del tiempo, la dictadura se va volviendo más blanda, pero igual de efectiva en el dominio del pueblo. De la censura impuesta se pasa a la auto censura. Si alguien levanta el brazo con la mano abierta o el puño cerrado todos los demás lo hacen. Si el líder aparece por la calle o los pasillos todos lo alaban imitando al servíl que lo hizo primero. No hacerlo podría acarrear la estigmatización social y la catalogación de disidente. La dictadura consigue con cuatro siervos bien adoctrinados y otros tantos paniaguados lo que toda una legión de policía no podría hacer.
Pero las dictaduras no son eternas, y acaban desapareciendo cuando la necesidad de libertad supera al miedo o porque, desde dentro, se origina un movimiento de sensatez que destrona al tirano.
Al final, el antídoto contra las dictaduras es la superación del miedo con MAS DEMOCRACIA.
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